Sharp QT-CD210H(BL) Manual do Utilizador Página 30

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30 (Primera Sección) DIARIO OFICIAL Martes 3 de junio de 2008
Debido a la creciente demanda de agua subterránea y a su lenta renovación, en los últimos 40 años la
reserva de cerca de 100 acuíferos fue minada por sobreexplotación y se sigue mermando al ritmo actual de
unos 5,400 millones de metros cúbicos por año (Mm
3
/año). Un grave impacto ecológico fue generado en las
primeras décadas de sobreexplotación (1960-80), mediante: agotamiento de manantiales, desaparición de
lagos y humedales, merma del gasto base de ríos, eliminación de vegetación nativa y pérdida de ecosistemas.
Otros efectos de la sobreexplotación fueron: disminución del rendimiento de los pozos, incremento de los
costos de extracción, asentamiento y agrietamiento del terreno, contaminación del agua subterránea, intrusión
salina en acuíferos costeros, fuerte competencia entre sectores. Muchas de las ciudades más importantes son
abastecidas a costa del minado de los acuíferos subyacentes; conforme éstos han resultado insuficientes, se
ha incrementado gradualmente la importación de agua de áreas o de cuencas adyacentes para complementar
su abasto. Sin embargo, esta solución es cada vez menos viable conforme disminuye la disponibilidad de
agua y aumentan tanto los costos asociados a su importación como la oposición de la población rural a que
sea transferida a las ciudades a costa del desarrollo local.
La mayor parte de la reserva aprovechable está –o estaba- almacenada en los primeros cientos de metros
a partir de la superficie del terreno, en los acuíferos más permeables, de renovación más dinámica,
económicamente más accesibles y que contienen agua de mejor calidad. A profundidades mayores de varios
cientos de metros la reserva de agua almacenada en los acuíferos regionales puede ser cuantiosa; pero su
disponibilidad es incierta a causa de varios factores: en gran parte, no es renovable; la inevitable imprecisión
con que se pueden determinar las características de acuíferos profundos; conforme aumenta la profundidad,
la permeabilidad y la porosidad de las rocas acuíferas decrece debido a la compactación por peso propio; la
renovación y el flujo del agua suelen ser tan lentos que, para fines prácticos, puede considerarse como “fósil”
y, por lo mismo, su salinidad total o su contenido de algunos elementos químicos suelen ser elevados. En todo
caso, por alto costo de extracción, su captación sólo estaría al alcance de los usos más productivos y menos
consumidores de agua.
En las zonas de acuíferos sobreexplotados, tal situación compromete el desarrollo sostenible de todos los
sectores, con serias repercusiones sobre la economía nacional. Por otra parte, a futuro se espera un
importante incremento de la demanda de agua, principalmente para usos público-urbano e industrial, y a
causa de los cambios climáticos globales, cabe la posibilidad de que ocurran sequías más severas,
prolongadas y frecuentes. Lo anterior reclama una administración más racional de la reserva de agua
subterránea, que considere las limitaciones impuestas por su lenta renovación y otras restricciones físicas,
económicas y ambientales, para propiciar su aprovechamiento flexible y prevenir su sobreexplotación
destructiva. Por ello, el enfoque actual en la gestión de las aguas subterráneas tiende a una estrategia integral
que incluye, entre otros aspectos: el manejo de la demanda en todos los sectores (conservación y uso
eficiente), el reuso, la participación más activa de los usuarios en la gestión del agua, el diseño de estrategias
para la estabilización de acuíferos sobreexplotados y la aplicación de la tecnología de la recarga artificial para
preservar e incrementar la reserva de agua subterránea.
La recarga artificial es una tecnología que se aplica con diferentes objetivos; los más comunes son:
atenuar efectos de sobreexplotación, tales como abatimiento de los niveles del agua, asentamientos del
terreno o intrusión salina; dar tratamiento natural al agua en el subsuelo; manejar los acuíferos como vasos de
almacenamiento y regulación, y utilizar el subsuelo como una red natural de acueductos. Desde el punto de
vista técnico, la factibilidad de la recarga artificial depende, entre otros factores, de que exista agua disponible
para tal fin y de que ésta sea de calidad tal que no deteriore la calidad del agua subterránea nativa o que sea
factible su tratamiento para prevenir riesgo de contaminación. Las fuentes de recarga a considerar son: las
aguas meteóricas colectadas en instalaciones urbanas, los escurrimientos extraordinarios generados por
lluvias torrenciales, el agua superficial regulada en presas de almacenamiento y las aguas residuales de las
zonas urbanas-industriales. Estas últimas constituyen un cuantioso recurso potencial para recarga, por su
permanencia y magnitud creciente, aunque en gran parte ya es utilizado con fines agrícolas, en la mayoría de
los casos sin tratamiento alguno. El volumen de aguas residuales no municipal generado en el país asciende
a (171 m3/s) de éstas son tratadas 26 m
3
/s, 6.3 m
3
/s reciben un reuso directo, 156.3 tienen un reuso indirecto
y 9.1 descargan a cuerpos receptores. Las aguas residuales municipales ascienden a 50 m
3
/s mediante un
total de 1,132 plantas (Estadísticas del Agua en México, 2003, CNA). A la fecha existen cinco distritos de riego
(Hidalgo (3), Chihuahua (1), Puebla, y Edo. de México; que aprovechan las aguas residuales para irrigar
campos de cultivo. Se han identificado alrededor de 11 distritos de riego, distribuidos en 10 estados de la
República (Sinaloa, Guanajuato, Baja California Norte, Morelos, Coahuila, Michoacán, Tamaulipas, Sonora,
Sinaloa, y Veracruz), con capacidad de reutilizar aguas residuales para fines agrícolas.
En general, el agua meteórica, y la superficial que no han transitado por focos potenciales de
contaminación pueden ser aplicadas a la recarga artificial sin restricciones en cuanto a su calidad. Por el
contrario, la recarga artificial con aguas residuales puede provocar deterioro de la calidad del agua
subterránea y daños a la salud pública, especialmente cuando se pretende recuperar el agua de recarga para
consumo humano o cuando cabe la posibilidad de que ésta migre incidentalmente hasta captaciones que
suministran agua para ese uso.
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